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del planeta, la sociedad y cada uno…

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Categoría: Globocolonización

CONSTELACIÓN OMINOSA

Publicada el 03/09/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

No es habitual, como panorama o perspectiva lo que vamos a enumerar:

La segunda mitad del 2022 nos permite, más bien nos obliga, a considerar:

  • CONTAMINACIÓN PLANETARIA FUERA DE CONTROL

La humanidad ha construido nuestro mundo presente, la realidad, abusando cada vez más de los poderes que hemos ido adquiriendo y atesorando. Mientras las sociedades habidas hasta hace un par de siglos se valían del sol y el agua como fuerzas y palancas del desarrollo humano, el industrialismo permitió emplear una energía acumulada en millones de años en pocos siglos (todos los cálculos sobre las existencias de petróleo no pasan los tres siglos).

Pero el uso en cantidades extraordinarias de energía fosilizada trajo consigo tam-bién la aparición de residuos cuantiosos. Para apenas señalar uno de los más recientes: los plásticos desechados han generado por ejemplo “islas” oceánicas de millones de km2.

El optimismo tecnológico que caracteriza nuestro presente diseñó navíos “tragaplásticos” con los cuales nos prometieron  salvar el error anterior de haber generado tantos desechos fuera de control. Pero la situación no ha resultado tan sencilla. Como los plásticos son un invento humano, no son naturales, no se biodegradan como todos los elementos, sólidos, líquidos o gaseosos de la naturaleza. La erosión, claro, los achica, los desmenuza hasta hacer partículas microscópicas, que siguen empero en los mares. Ya sea depositándose en los fondos marinos, obstruyendo el “almácigo” oceánico que es todo fondo marino o, “tripulado” por microorganismos que siguen así sus marchas marinas. Investigadores han comprobado que estas partículas microplásticas, tripuladas como dije por microorganismos despiertan grandes apetencias en peces, algunos peces al menos como anchoas (con los que se ha experimentado), que los engullen ávidamente. Así tenemos microplásticos incorporados a las cadenas alimentarias y por lo tanto depositados en humanos (que somos casi siempre el fin de todas las cadenas alimentarias).  Se trata de cuerpos extraños, no alimentarios, que a muchos les hace temer serán origen de tumoraciones.

 

  • ALTERACIONES PLANETARIAS… EL ANTROPOCENO ES NUESTRO

La sociedad contemporánea apenas tiene registro de la cantidad e intensidad de inundaciones, sequías, incendios  (claro que una buena cantidad, provocados por el hombre para ampliar tasas particulares de ganancia), desbordes de diques de cola (altamente tóxicos), deshielos de altas cumbres y permafrost, –crisis biológica de especies muy perseguidas y hostigadas (sobre todo por el hombre, pero también y cada vez más, por alteraciones climáticas).

¿Estamos alterando el planeta, como podemos desgraciadamente ver con la plasti-ficación de los mares o los derretimientos de glaciares y nieves otrora “eternas”, y empu-jando a la extinción a tantas especies, y a la vez, ¿no nos estamos alterando nosotros?

  • MEDICALIZACIÓN SOCIAL NO POR SABER SINO POR… MIEDO

Con la pandemia declarada por la OMS mediante una redefinición, la medicalización generalizada resultó altamente efectiva. La pregunta es para qué. El miedo fue el motor de comportamiento. Con el que se generó  una ofensiva mediática, que logró una regimentación social pocas veces vista. El saldo de este emprendimiento de alcance planetario es variado: desde el punto de vista sanitario no se sabe si ha empeorado o mejorado la salud social, aunque la reiteración de las recaídas en el Covid19 da pábulo a temer que no ha sido una jugada saludable; desde el punto de vista de la gestión empresarial la oferta de inoculaciones vendidas como vacunas aunque en casi todos los casos con técnicas médicas tan  alejadas del concepto inicial de vacunación que  debería haberse optado por una nueva denominación –terapias génicas–, en cambio, las llamadas vacunas han sido un negocio formidable de alcance mundial. Y dada la denominación buscada y aceptada por los estados bobos que integran la OMS, la calidad de vacuna de un medicamento libera al fabricante de responsabilidad penal por un perjuicio al inoculado,  que se traslada al estado donde se encuentra la población objeto de ese tratamiento, algo bien distinto por cierto a la regla, teórica, que es que el laboratorio debe responsabilizarse por daños ocasionados por su medicación. [1]

  • LA COMUNICACIÓN CADA VEZ MÁS INSTANTÁNEA Y OMNIPRESENTE

No necesita mucha demostración, porque es lo que vivimos cada día. Estamos comunicados por radios, diarios, revistas, televisión, cine, por la digitalización cada vez de mayor alcance, con el celular como compañero casi  inseparable de nuestros oídos… y hasta por relaciones entre humanos. Asunto de otro costal es su calidad o confiabilidad. Porque estamos también cada vez más habitados por fake news. Y este rasgo cada vez más vigente nos lleva directamente a otro, fundamental en nuestro mundo actual:

  • PRESENTIZACIÓN DE LA SOCIEDAD

Estamos abandonando a un ritmo vertiginoso la temporalidad; nuestra triple dimensión existencial; pasado, presente y futuro. Para nada asimétrica, la temporalidad nos arroja al tiempo para que vivamos, hagamos lo que expresa nuestra raíz, vocación, destino, norte. Hay una dificultad insalvable con la presentización de nuestras vidas: quedarnos sin historia y sin proyecto. Como cualquier animal, vivir entretenidos.

  • GLOBALIZACIÓN Y DESNACIONALIZACIÓN

Un proceso que con mucho tino Frei Betto rebautizara globocolonización, porque no es sino un reacomodo de las relaciones imperiales o de centro a periferia, donde lo global va carcomiendo toda soberanía que lo nacional o comarcal ha procurado preservar.

  • FINANCIERIZACIÓN DE LA ECONOMÍA-MUNDO

Las finanzas, el uso de monedas, trató de solucionar las dificultades e injusticias que se generaban en los intercambios económicos buscando crear denominadores comunes. Poco a poco, lo financiero fue ocupando un lugar cada vez más relevante y a principios del siglo XX, un economista excepcional, Frederick Soddy, puso en entredicho todo el proceso de financierización  basado en el préstamo a interés, que no sólo permite sino estimula a crear capital con… nada. Para Soddy, el peligro de semejante invento es ponernos en las puertas de la inflación. Con su ritmo, progresivamente acelerado.

Hoy tenemos una espiral de deudas, ya no impagas, sino impagables. Generadas por los llamados “servicios de la deuda”. Y un deterioro marcado de la calidad de vida de los humanos atrapados en tales circuitos.

 

  • LA CANCELACIÓN RACIAL TRAVESTIDA EN CANCELACIÓN NACIONAL

El racismo desapareció… institucionalmente.  Alemania y su nazismo con quien tantos alemanes se habían identificado, empujados por la abyecta “Paz  de Versalles” (1919), que constituyó la verdadera máquina de expansión nazi, fue pulverizada material y anímicamente e incluso descuartizada territorialmente. Hubo un cambio cultural y geopolítico entonces,  porque no solo los vencidos debieron abjurar de sus proyectos racistas sino que también los vencedores advirtieron lo contraproducente de todo racismo orgulloso de sí mismo, y desde 1945 tanto la proclama (ostensiblemente) racista como el concepto mismo de raza, fueron abolidos (en EE.UU. permanecerán magras minorías afines a ese racismo sincero, pero ya no será funcional en ninguna parte, ni siquiera en Sudáfrica, que también tuvo que aggiornarse…).

Con la desaparición oficial del racismo rebrota otra discriminación no menos agresiva ni menos injusta: mediante “cancelación”, se proscribe hasta la mera presencia de lo diferente; se le niega un viaje, por ejemplo, no ya a un comunista, a un racista sino, por ejemplo, a un ruso. A caballo de un concepto emparentado con la condición nacional, se genera la misma discriminación blandiendo, por ejemplo “el antisemitismo”, contra palestinos o iraníes.

La segregación resultante es muy intensa, tan potencialmente lesiva como otrora el “White only”, tan característico de sociedades de privilegiados institucionales.

  • LA SEXUALIDAD EN ENTREDICHO. O AL MENOS LA MASCULINA

El  brote LGBTTTIQ distinguiría al día de hoy 8 géneros (hace apenas un tiempo, eran 5), el espacio Tinder nos “revela” 27, y si seguimos la escrupulosa división de géneros establecida por el legislador alemán Steffen Köninger, se trataría  de 166.[2] La noción de género se ha constituido como parteaguas entre progresistas y cromagnones.

Aunque la misma labilidad del concepto de género y su inasible alcance nos revela que se trata de una orquestación, ésa sí a toda máquina, promovida desde centros planetarios con fuerte incidencia; usinas ideológicas que van haciendo, deshaciendo y rehaciendo nuestras cabezas.

El carácter de “campaña” que caracteriza la difusión de esta temática también nos revela que el motivo real debe estar en otra parte.

Eso puede explicar por qué los neogeneristas se encargaron de copar los centros de educación y orientación sexual sobre todo referidos a adolescentes, con el oculto pero indisimulable fin de persuadir e inducir a jóvenes a “elegir” cambios de sexo o género. y

  • 2022: COMIENZO DE UN INVIERNO EUROPEO DE ESCASEZ

El invierno inminente exigirá algo desacostumbrado a Europa. El subcontinente, privilegiado económico planetario, todavía disfrutando los bienes cosechados durante los siglos de expolio desde sus principales naciones al resto del mundo, este invierno conocerá la escasez. Energética, pero también de modo por ahora ceñido, alimentaria.

  • OTAN COMO BOA CONSTRICTOR DESNUDA CONTENDIENTES

El torpe ataque de Putin/Rusia a Ucrania que quiso ser respuesta a la política otanesca de “quitar el agua al pez ruso” (o de agregarle otro anillo al oso ruso), algo que vienen haciendo incansablemente desde el colapso soviético, adueñándose geopolíticamente de una serie de naciones exsatélites a la Rusia soviética, travestidas en “faros de libertad” made in NATO”, se sigue prolongando en el tiempo y en el espacio más allá de la intención inicial de Putin de frenar ese intervencionismo ajeno (con el propio). La sensación que queda es que Rusia está repitiendo la secuencia afgana; tendrá que cambiar y mucho el curso para no repetir la historia. Y su costo (que fue la URSS).

  • EUROPA AVASALLADA AHORA SATELIZADA

Europa, avasallada por EE.UU. desde 1945, cuando el poder norteamericano tiró varios bolos a la vez: su competidor principal, Alemania, pero también al Reino Unido, exhausto. Francia, el gaullismo, trató de resistir y conservar su propia esfera de influencia, pero su secundarización fue irreversible.

La dependencia material de un continente sobrepoblado o de tierras escasas, es muy marcada. Viviendo del colonialismo esas carencias no se sentían, al contrario, pero el traslado de algunas sedes de los centros neocoloniales, la siguió satelizando, aunque conservando un nivel de gastos más bien característico de centros imperiales.

Tal vez el primer cambio de relaciones entre norteamericanos, europeos y rusos se encarnaba en la instalación de los gaso- y oleoductos rusos directos a Alemania, estableciendo allí una alianza rusogermana sin precedentes, de mutuo apoyo. Eso deliró a EE.UU. que hizo todo para coartarlo. Y lo logró… sin necesidad siquiera de bombardearlos, como amenazara el presidente de los democráticos EE.UU.

  • ECHELON 1948… Y SIGUE TAN CAMPANTE

En estrecha relación con la dependencia europea tenemos la vigencia ininterrumpida del acuerdo Echelon[3] desde 1948 entre “los” cinco estados anglófonos blancos (de piel); EE.UU., R.U., Canadá, Australia y Nueva Zelandia.[4] Un control general de las comunicaciones, enormemente incrementado con la computarización y la ampliación casi al infinito de los registros. Se observó entonces, todavía más claramente, cómo los negocios en el mundo empobrecido, en el Sur, o como se quiera llamar a la multitud de represas, puentes, caminos, plantas industriales y energéticas, laboratorios, acuerdos de cooperación o capacitación militar, se han adjudicado preferentemente a empresas provenientes de los 5 Ojos. Habían tenido el recurso de conocer ofertas de empresas de todas partes y comparar, en secreto, cotizaciones y aspiraciones, y los 5 Ojos ajustaban las ofertas. No sé si empresas rusas o brasileñas se habrán quejado, pero hay constancias que sí lo han hecho francesas o alemanas…

  • EL MUNDO RICO EN EXPANSIÓN CON PETS Y SIN HIJOS: LOS PERRHIJOS

La cultura de nuestro presente ha sido profundamente influenciada por el American Way of Life; Hollywood ha sido la inconsciente escuela de niños y adultos. Su resonancia ha sido dispar; los países centroamericanos, aledaños y reducidos por su fragmentación, han sufrido mucho más esa configuración que, por ejemplo, Francia o Mongolia. Por eso lo de pet en lugar de mascotas, para los destinatarios de estas nuevas relaciones, que inicialmente se percibieron en EE.UU. El pet, como uno más en la familia. Los afanes de humanizar animales  revelan perturbaciones serias; que perros caminen como bípedos, vestidos con camisas y pantalones, que se “entretengan” con recursos concebidos por humanos; que se festejen cumpleaños en compañía de otros perros, es decir con otros dueños de perros: engendro pavoroso de una pseudocomunidad.

Y que la comida de un perro neoyorquino valga más que la de una cincuentena de africanos pobres revela el tipo de humanidad y sociedad que se promueve.

  • CÓMO ENCARAN LOS SUPERRICOS LO QUE SE VIENE: COMO SIEMPRE

Hace furor entre los más ricos del planeta diversos proyectos de salvación personal.

Elon Musk, por ejemplo, considerado el titular del monto mayor de miles de millones de dólares del mundo, ”el rey de las finanzas”, encara, más rápido que corriendo, la construcción de naves que permitan abandonar la Tierra a la búsqueda de otro suelo más prometedor. Como si eso fuera factible.

Otros construyen búnkeres en medio de selvas, o directamente bajo tierra  (como el Survival Condo; 60 m. hacia dentro de la tierra, unos 20 pisos hacia abajo…), para tenerlos como segundo hogar en caso que la situación planetaria se siga deteriorando.

Philip Alston, relator especial de la ONU sobre pobreza y derechos humanos, subrayó estas desigualdades: “Nos arriesgamos a un escenario de ‘apartheid climático’ en el que los ricos pagan para escapar del sobrecalentamiento, el hambre y los conflictos, mientras el resto del mundo sufre. […] una creciente desigualdad […].” [5] Tendríamos que decir que no es novedad, aunque podamos advertir que se agravan las condiciones.

Con un asesinato político desnudo en julio, en Brasil, y un atentado hoy contra la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, vemos entre nosotros lo ominoso de “la violencia política”.

 

[1]  Esas disposiciones se deben a que una vacuna exige muchos controles antes de su liberación o entrada a la sociedad y al mercado, con las cuales queda el productor liberado de responsabilidad civil o comercial con la población. Pero nada de eso pudo ocurrir, por la urgencia, con Covid19.

[2]   https://www.youtube.com/watch?v=QNjRnqqW28I.

[3]  Una red de alcance planetario para el control de todas  las comunicaciones entonces existentes: teléfonos, telégrafos, teletipos, correos. Bautizada como “Los 5 Ojos”.

[4]   Sierra Leona, Liberia, India también tienen la lengua inglesa como idioma oficial. Pero jamás participaron del acuerdo Echelon.  En los ’90 se barajó el ingreso de Israel a los 5 Ojos. Dada la naturaleza de la expansión israelí, consideramos que podemos hablar de “6 ojos”.

[5]   Kenn Orphan, “El apartheid siempre ha sido el plan”, 10 set. 2019.

Publicado en Argentina, Centro / periferia, Globocolonización, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Poder mundializado, Salud. Y enfermedad, Uruguay

URUGUAY AL GALOPE HACIA EL PASADO: la restauración de la monarquía absoluta

Publicada el 20/08/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández

Sabemos que la caracterización principal de un estado absolutista es que quienes ejercen su gobierno no rinden cuenta ante nadie o si se quiere sólo a sí mismos, con la almohada.

La definición proverbial es la de ”El estado soy yo”, atribuida a Luis XIV, en Francia a mediados del s. XVII.

Veamos otra, opuesta a semejante estilo y noción de gobierno:

“El presidente [de EE.UU.] tenía facultades para firmar tratados pero sólo si lo apoyaba una mayoría de los dos tercios del Senado”. [1]

Para intentar entender adónde vamos, políticamente, entendemos necesario captar de dónde venimos. Porque la historia nos lo explica, no totalmente, sí sustancialmente.

El confederalismo artiguista marcó una opción que los principales poderes locales de entonces, Río de Janeiro y Buenos Aires, no sólo no aceptaron sino que tenían horror ante él. Tampoco estaba en los planes geopolíticos del British Empire, que había hecho mucho para descomponer al español  (y vaciar desde adentro al portugués) y ya tenía subsistemas de dominio afiatados.

Nuestra modernización, ya entrando al siglo XX, sobreviene con el batllismo. Con una ideología burguesa que acoge una postura anticolonialista ante la omnipresencia británica en el país, pero con tanta identificación con EE.UU.  que lo de “anticolonial” pierde todo sentido.

¿Cómo se constituye esa relación? En primer lugar por deslumbramiento. Los panegiristas de “lo norteamericano” estaban enceguecidos con el desenfado norteamericano, limpio de todo resabio europeo, ajeno a lo monárquico, pero sí insuflado de mucha tecnología y modernidad.

Baltasar  Brum, el mismo batllista que con tanto coraje defendió el orden y la convivencia democrática ante un golpe de estado, cosechando tanta admiración y respeto de la década del ’30 en adelante, había, sin embargo, en la del ’20 desechado todo planteo antiimperialista ante los atropellos de EE.UU. en el continente americano, descalificando a quienes, como Carlos Quijano, por ejemplo, condenaban el despliegue imperial de los estadounidenses, que con armas o con “la civilización del automóvil”, iban satelizando a los países del continente.

Hay un aspecto básico de la configuración de EE.UU.; el racismo que, sin embargo, en la renovación ideológica, en la modernización del Uruguay no figura. Pero no figura porque no hacía falta… en el s. XX. La población nativoamericana estaba prácticamente extinta y los sobrevivientes con esos ancestros, confundidos en las peonadas del campo uruguayo. Y a su vez, los de origen afro, traídos como esclavos, estaban localizados, en pequeñas dimensiones, y por ello tampoco ejercían un desafío.

El racismo uruguayo se expresó a lo largo del s. XX como eurocentrismo, una versión menos agresiva y mucho más elegante.

Así que también adoptamos el racismo primigenio que caracterizó a EE.UU., solo que en nuestro caso, mediado y muy atenuado.

La imagen progresista, modernista, tan característica del batllismo puede hacer creer que es políticamente un movimiento de avanzada. Y lo probaría su abolición de la pena de muerte, del toreo, de la riña de gallos. Y el reconocimiento al descanso en la vejez, con las jubilaciones, así como el de los derechos de mujeres (de algunas), por ejemplo.

Pero ese proceso de modernización y dulcificación social, fue siempre acompañado por el abandono de toda pretensión regional, nacional o local,  puesto que el batllismo, ya vimos, fue siempre anticolonialista británico, y  panamericanista. Es decir, rechazando la sumisión al British Empire… para mejor responder a una sumisión american.

El batllismo asumió por voluntad propia una dependencia geopolítica. Baltasar Brum consideraba  que el panamericanismo “implica igualdad de todas las soberanías, grandes y pequeñas”.[2]  Que en  el siglo XX, aun temprano, alguien pretendiera ver igualdad entre EE.UU. y el resto de países americanos, varios de los cuales ya habían tenido que sufrir diversos embates estadounidenses (México, Haití, Cuba, Nicaragua, Colombia, la lista es larga  y luctuosa) revela miopía mayor, colonialismo mental o un deslumbramiento por la técnica que va a caracterizar tanta rendición cultural ante el American Way of Life.

El clima intelectual entonces tenía que vérselas con una ideología de manumisión como el marxismo y su versión práctica; el comunismo (que bajaba la manumisión del cielo a la tierra), y pasó en general inadvertido que el polo deslumbrante del modelo american cabalgaba también en una ideología ¡y de qué calibre! [3]   Ideología oficial de EE.UU., que evitó siempre autodesignarse como ideológica (puesto que era “todo” muy real… sin la mediación de manuales de doctrina… salvo, en todo caso, la Biblia, que no se supone ideología sino “verdad”).

Lo que subyace,  en la expansión (en su momento, muy exitosa) del modelo cultural estadounidense, es su excelencia; es decir, la idea de excelencia que dicha sociedad tiene de sí misma. Convencida de su calidad incomparable. Esa benevolencia hacia sí mismo solo puede basarse en sí misma. Sin necesidad de análisis, crítica o evaluación: se es lo mejor porque se es así.

El ingrediente básico de este atributo es el racismo. Porque el racismo alimenta como ninguna otra visión del mundo, la idea de la superioridad propia.

Y tal ha sido, históricamente, el origen de EE.UU.: un racismo exitoso (a diferencia del nazi, igualmente racista, pero perdidoso).

 

¿Cómo incidieron los ingredientes constituyentes de la formación social estadounidense en nuestro subcontinente y concretamente en Uruguay?

Hay un basamento material insoslayable y de enorme peso: el subcontinente norteamericano –a un lado la formación del imperio azteca en su extremo sur, constituido por una serie de poblaciones vasallas y cierta densidad poblacional–  tenía una población dispersa que se estimaba entonces que no sobrepasaba el millón de habitantes. Para los actuales EE.UU., Canadá, Alaska incluida. Un cuasicontinente entonces, apenas poblado.

En poco tiempo, como advirtieron muchos nativoamericanos, los europeos eran más, muchos más, que los nativos en las tierras primero aledañas al Atlántico, y con las sucesivas conquistas territoriales, en las aledañas al Pacífico.

La conquista fue así relativamente fácil (aunque no incruenta, porque los nativoamericanos, “los indios”, valerosamente resistieron.)

Esa conquista confirmó a los noreuropeos la noción de su propia excelencia. La que les permitió soñar, por ejemplo con fundar “una nueva Jerusalén” (los mandatos bíblicos son muy importantes en la formación de EE.UU.).

Un rasgo de esa superioridad presunta fue el tratamiento de “la frontera”.

En Europa, las fronteras se corrían, se desplazaban con las diversas victorias o reveses, militares, políticos, dinásticos, económicos, climáticos…

Esa movilidad impedía su sacralización como entidad –la frontera– divina o absoluta. Porque la frontera elevada al rango de separación de entidades, viene como el guante a la mano con el racismo y la creencia en su propia superioridad; ¿cómo dejar venir “adentro” a inferiores?

Esa noción de frontera se puso a prueba en EE.UU. con el conflicto Norte-Sur (1861-1865). Generalmente simplificado como lucha por o contra la esclavitud. El Norte impuso su superioridad poblacional, económica, pero sobre todo su idea de organización política, aboliendo la esclavitud. Fueron los estados sureños, esclavistas, los que propusieron algo sensato, dadas las rencillas habidas: “el divorcio”. Reivindicando una confederación de estados sureños, desprendiéndose de los del norte (a su vez federados). El norte no aceptó semejante “solución” y obligó al Sur a seguir juntos. El esclavismo sureño ya no acompañaba los desarrollos ideológicos occidentales (sólo el Imperio de Brasil conservaba esa odiosa institución en Occidente). Pero eso no valida la pretensión deglutidora del norte yanqui, “unitario” para su propia conveniencia.

El racismo constituyente; la excelencia, la confianza absoluta en sí mismo;  el fijismo fronterizo (siempre a partir de ventajas obtenidas, nunca antes), todas piezas fundacionales de EE.UU.

 

Ahora volvamos “a nuestra tierra”.

Fracasado el intento confederal de Artigas, anticentralista (antiporteño), quedamos alojados en el universo ideológico occidental. Pero cada vez menos europeo y más american.  Con el paso del tiempo y asentándose el dominio político (y cultural) de EE. UU. sobre las naciones del sur americano, hemos llegado a ser “elegidos” por capas dirigentes estadounidenses como modélicos (junto a Costa Rica) para con el resto de democracias aprendices de las Américas…

En nuestro país, con la crisis económica promovida por los centros imperiales y la burguesía compradora y la consiguiente conmoción política (a su vez acicateada por un modelo; la Cuba de Fidel), llegamos a la brutalización represiva de comienzos de los ’70, y pasado “el cimbronazo” de la represión, la pesadilla y la dictadura, volvimos a “la democracia que supimos conseguir”.

El reencuentro con la democracia uruguaya se procesó inicialmente con los partidos tradicionales. Un proceso de cambio se advirtió desde el comienzo con el avance frenteamplista. Direcciones políticas como las de Lacalle Herrera o Sanguinetti estaban demasiado comprometidas con el oscuro tiempo anterior y al alumno más aplicado del American Way of Life, Jorge Batlle, le explotó la bomba financiera en la cara, así que finalmente fue la alianza progresista la que cosechó el mayor apego de la ciudadanía, lo cual revelaba el desgaste enorme de las viejas capas de profesionales de la política.

Así que, primero tímidamente y luego con el Frente Amplio tras la dictadura, Uruguay volvió a cumplir el papel que se le otorgaba desde finales de la 2GM. La experiencia de gobierno del Frente Amplio (otra vez despojado de aditivos traduciendo ensanches; Encuentro Progresista, Nueva Mayoría) reveló su corto vuelo, limitándose a algunos ajustes y regularizaciones, jugando todo el tiempo en la cancha que han ido marcando las grandes transnacionales, configurando un mercado mundial a su medida, transnacionalizando aún más nuestra economía, aumentando nuestra dependencia so pretexto de la modernización (zonas francas, sustracción de tierra para alimentos para llevarla a la forestación industrial, incremento exponencial de la agroindustria contaminante, cambiando el destino de nuestra aguas), pero a la vez reconociendo a sectores medios bajos y agremiados una representatividad que los “partidos tradicionales” siempre escamoteaban.

Ahora, con un nuevo Lacalle sin los lastres de su progenitor, las ideas imperiales pueden prosperar más desembozadamente. Cuenta con cierto acompañamiento del Frente Amplio, y el apoyo pleno de las fuerzas conservadoras de nuestro país, desde las comprometidas con el aprovechamiento feudal de la tierra hasta las unidas a la represión inicua de los ’70 y todas sus indignas secuelas, incluidos privilegios económicos, como la jubilación de militares (pálidamente compensados, tácitamente, por reconocimientos  a diversas víctimas del terrorismo de estado).

 

Un Lacalle ensoberbecido

El presidencialismo democrático no tiene las manos libres, como se puede creer mirando al Uruguay de los últimos y penúltimos tiempos (recordemos la cita de Benet que pusimos al comienzo).

Hemos visto al anterior presidente Tabaré Vázquez hipotecando todo el porvenir del país en rubros básicos como el agua, la tierra, la educación de nuestros jóvenes entregado todo ello a UPM, una transnacional papelera. Todavía no sabemos el grado de reconfiguración de nuestro país y nuestra sociedad, de muestras comunicaciones y transportes, por ejemplo,  porque la UPM gigante no ha comenzado su proceso industrial (igual vamos teniendo una idea con su instalación y lo ya acontecido con una planta menor en una corriente de agua mayor; en el río Uruguay).

Con nuestro novel presidente que únicamente rinde cuentas a sí mismo (o a otras entidades que desconocemos y que en todo caso no pertenecen a la institucionalidad del país), el “acuerdo” ROU-UPM no es único; el presidente Luis Lacalle Pou ha refrendado otro tratado, por sí y ante sí, con Katoen Natie, otra transnacional gigantesca de origen belga, hipotecando las decisiones del país por 60 años, es decir por una docena de elecciones presidenciales de aquí al futuro, algo bastante cerca de la eternidad… (y en un área de alta litigiosidad con Argentina, otra vez). Igualmente, se ha permitido firmar un acuerdo secreto con Pfizer, para obtener vacunas en proceso de estudio y control (por cuanto aún no se han cubierto las etapas exigidas para reconocerles calidad y seguridad). Y Pfizer  tampoco presenta una hoja de servicios muy exultante.[4]

Y lo que más debería preocuparnos es que este estilo presidencial se profundice, como se puede advertir por la reacción presidencial ante la resolución del juez Alejandro Recarey, con las vacunas anti Covid19, precisamente.

Pero lo que provenga no tendrá sólo la firma del rey sol; también será fruto de nuestra inopia.

[1]   Stephen Vincent Benet, Historia sucinta de los EE.UU., Espasa-Calpe Argentina, Bs. As., 1956.

[2]   Isabel Clemente. Ponencia presentada ante el Simposio “Los asuntos internacionales en América Latina y el Caribe. Historial y teoría. Problemas a dos siglos de la emancipación”, Stgo. de Chile, 2010.

[3]   Me permito ofrecer la lectura de mi “Acerca de la ideología de los que prescinden de toda ideología”, Cuadernos de Marcha, ago 1997. Hay versión digital: ecotropía, nov. 2018.

[4]  Pongo apenas un ejemplo de una ristra de adulteraciones, escamoteos que caracterizan a este laboratorio principal en el mundo entero: “Los ejecutivos de Pfizer, el laboratorio más poderoso del mundo, se sentarán en el banquillo en Nigeria, acusados de experimentos ilegales que, en 1996, causaron malformaciones a decenas de niños y al menos la muerte de 11 de ellos.” https://rebelion.org/pfizer-en-el-banquillo-de-los-acusados/. Miguel Jara, 10 marzo 2008.

Publicado en Centro / periferia, Globocolonización, Los pueblos nativoamericanos, Uruguay

Transnacionalización rampante: la globocolonización y el despeñadero planetario

Publicada el 21/06/2022 - 22/06/2022 por ulises

por Luis E. Sabini Fernández –

¿A qué se debe que a fines del s. XX Argentina, con su gobierno elegido en elecciones constitucionales, aprobara, con los pasos formalmente requeridos, el ingreso de alimentos transgénicos a la mesa  de los argentinos y sobre todo a los campos de cultivo de Argentina y que todo el proceso diz que democrático de aprobaciones legales contara con los fundamentos en inglés (tan apurados los mandantes que ni a traducción recurrieran)?

¿A qué se debe que a comienzos del s. XXI, Uruguay con su gobierno, también  él perfectamente elegido en elecciones legales, aprobara un proyecto de industrialización venido desde medio planeta de distancia a aplicar sobre una producción por lo menos “recién llegada”, rubricado, el convenio, con una coda digna de Marx, pero Groucho: escrito el convenio en inglés y en castellano, se establece que en caso de duda  prevalecerá la versión en castellano, y cuando sobreviene una diferencia en los respectivos textos, prevalece la versión inglesa?

Cualquiera de esos episodios, llamémosle avanzadas del centro planetario mundial sobre la periferia,  esbozos de un gobierno transnacional mundializado, revelan el desplazamiento de las soberanías nacionales, por definición locales y limitadas. Mencioné apenas un par de ejemplos que conozco sobradamente pero me consta que no son exclusivos de la región platense. Lo mismo, con el denominador común de estas “vergüenzas” locales; el idioma inglés.

Estos episodios no son novedosos. Están íntimamente ligados a la periferia planetaria y prácticamente desde su constitución. Sólo que han ido cambiando “los envoltorios”; de las economías de extracción bruta de materia prima en los albores del industrialismo metropolitano al desarrollo, más cerca nuestro, de industrias adventicias, periféricas, las zonas francas, y en los últimos tiempos, a la computarización más o menos forzosa, más o menos universalizada.

Todo ese proceso de formación de un mercado mundializado fue acompañado de progresos reales o supuestos, en la legislación, en la cultura, en la vida cotidiana, a menudo presentándose el mercado mundial como protector de lo que legislaciones nacionales habían ignorado.

El proceso de traspaso de políticas desde un ámbito nacional a entornos supranacionales ha operado en varios niveles: empresas locales “igualadas” con consorcios transnacionales, que no soportan dicha competencia, porque esos grandes consorcios bajan costos mediante una manopla de recursos mucho mayor (y en general, de menor calidad). Y porque la tendencia a acumular poder engarza mejor con unidades económicas mayores.

Por eso, los grandes aglomerados agroindustriales han ido despedazando a campesinos, productores familiares o cooperativos de alcance local. Sin mejorar la calidad alimentaria, en rigor empeorándola (pese a la propaganda en contrario). Apelando a aditivos casi siempre tóxicos, pero consiguiendo con ellos estimular la demanda y aumentar la escala de producción. En ese deterioro alimentario, cada vez más generalizado, los transgénicos ocupan un lugar relevante, como décadas antes lo hicieran los biocidas, bajo el perverso nombre de “revolución verde”.

Tal vez, resumiendo, el rasgo más característico, estructuralmente necesario, para la rentabilidad verificable en este último medio milenio, sea el de la tendencia sostenida al aumento de escala para la producción junto con la expansión de los mercados; ambivalente situación, porque el aumento de escala deteriora calidad, pero la expansión mercantil permite el acceso a más seres humanos. Se trata de una expansión no lineal sino progresiva, que va expandiendo no sólo la producción, los mercados y sus modalidades, sino también el ritmo con que se produce la misma expansión.

– unidades productivas, de aprovisionamiento y procesamiento, cada vez más grandes y consiguiente consumo creciente de materias primas y recursos,

– inversión de las relaciones entre economía y finanzas y entre ciencia y tecnología; las finanzas toman preeminencia sobre la economía y la tecnología y sus centros de producción sobre la ciencia,

– contrarreforma agraria en marcha, expulsión o ahogo de campesinos, despoblando campos, formando unidades de producción agraria o agropecuaria cada vez mayores e industrializantes (borrando diferencias entre la elaboración de ropas o vajilla, por ejemplo, con la crianza de patos y plantas),

– megalopolización urbana y contaminación cada vez más fuera de control,

– recambio más o menos permanentemente acelerado de objetos de producción y consumo; obsolescencia programada.

Tomemos un único ejemplo.

PESCA. La humanidad se ha nutrido desde tiempo inmemorial de peces y seres vivos acuáticos. Se estima que el 60% de las proteínas animales consumidas por la humanidad ha provenido, históricamente, de la pesca. El otro tercio de proteínas animales ha sido provisto por los animales de tierra o aire. Aves, cérvidos, liebres, cabras, cerdos, vacas, cuises, y el larguísimo etcétera que va variando de región en región. La pesca se ha estado industrializando desde hace siglos. Y “perfeccionando” sus técnicas al punto que al día de hoy, con sus redes de arrastre, sus bombas de profundidad y tantos otros recursos, los pescadores están en condiciones técnicas de vaciar el mar. Cada mar que “visitan”.

Sería un éxito deslumbrante si no fuera por el pequeño detalle de que la pesquería está logrando así serruchar la rama donde está asentada.

Sus técnicas de arrastre son tan “perfectas” como para no dejar intocado los fondos marinos. Que son, precisamente, la base nutricia de muchísimos circuitos vitales. Las redes son tan rendidoras que no perdonan ni siquiera a los más pequeños peces, puesto que los barcos engullen los peces grandes para comida humana y los pequeños como masa nutricia para animales criados o cultivados por el hombre, peces en estanque incluidos.

Tanta calidad técnica y ceguera natural o crisis del sentido común, ha hecho que la pesca haya desaparecido por ejemplo de todo el entorno europeo. El Mar Mediterráneo,  otrora asiento de apetitosos atunes y tantas otras especies que han alimentado milenariamente a las poblaciones costeras, es ahora poco más que el sumidero de los desechos de los países que lo circundan. El Báltico, por ejemplo, está tan contaminado que sus especies marinas han disminuido dramáticamente su fecundidad. Por estar interconectado no desaparece, como el mal llamado Mar de Aral (el sexto lago más grande del planeta, hoy reducido a una charca salobre gracias al “milagro soviético”): permanece entonces, pero cada vez más sin vida, como tantos otros mares o lagos en el mundo.

Desde hace unos años, las dotaciones pesqueras europeas se dedican a saquear las costas africanas, como la somalí, donde la impunidad es grande por la falta de un estado local en condiciones de defenderse.

Si revisáramos la actividad avícola o suina, veríamos el mismo cuadro, desolador; pollos o cerdos agigantados que no pueden tenerse sobre sus patas; las deyecciones gigantescas de establecimientos avícolas con millones de cabezas no permiten ya incorporarlas como abono y –gran festín para laboratorios que suministrarán “el fertilizante”– se depositan en lagos que apestan kilómetros a la redonda.

Así remataba la oenegé GRAIN un informe donde desnudaba el verdadero origen de la gripe aviar de 2011 y el sistema industrial de cría de animales:

“Una interrogante candente es por qué los gobiernos y las agencias internacionales como la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) no hacen nada para investigar cómo las granjas industriales y sus productos, tales como estiércol y raciones, extienden el virus. Por el contrario, están usando la crisis como una oportunidad para profundizar la industrialización del sector. Se multiplican las iniciativas para prohibir la producción de pollos al aire libre y eliminar a los pequeños productores, y reponer las granjas con pollos genéticamente modificados. La red de complicidad con una industria involucrada en una sarta de mentiras y encubrimientos parece completa.”

«Los campesinos están perdiendo sus medios de vida, sus razas de pollos nativos están siendo expulsadas del mercado, y algunos expertos dicen que estamos al borde de una pandemia humana que podría matar millones de personas […]. ¿Cuándo se darán cuenta los gobiernos que para proteger a los pollos y a las personas de la gripe aviar, necesitamos protegerles de la industria avícola mundial?»

¿Por qué los humanos hemos descubierto e inventado tantas cosas formidables que nos han ayudado, como la molienda o el pulido y las consiguientes herramientas que lo habilitaron, estamos ahora con esta problemática? El vidrio, por ejemplo, inventado hace miles de años mantiene la propiedad de su reversibilidad; hecho con arena y agua, puede volver a sus elementos originarios; como pasa con los elementos vivos; “renace”, en cierta forma (mediante “la muerte” de lo previo).

Con la modernidad, poco a poco, parece haberse roto esa doble vía entre lo elaborado por humanos y su entorno.

Demos un ejemplo de lo que quiero decir con “modernidad” y sin atarnos en modo alguno con medievalistas ultramontanos. En el esplendor romano, hace más de dos mil años, los privilegiados de entonces querían disponer de agua en abundancia. En Roma y en la Punta del Este de entonces, en Pompeya. Marco Vitruvio Polión, un arquitecto romano de entonces, planeó las canalizaciones correspondientes. Eligiendo, según tramos y otras características físicas, hacerlas en piedra, mampostería, cerámica y madera. Descartó el plomo, que era toda una tentación por su maleabilidad fundible a relativamente pocos grados (300). Vitruvio desaconsejó su uso  porque la frecuencia de saturnismo entre los mineros que extraían tan codiciado metal, lo puso alerta.[1]

Técnicos entonces de la era precristiana no aceptaron el plomo para las cañerías de agua.[2]  Una situación no lineal, ciertamente. Otra gran ciudad de la época, como Mohenjo-Daro, en el actual Paquistán, usó para el tendido de las redes de agua potable barro cocido, cerámica, madera, cemento, roca, plomo, bronce…

La negativa al uso de plomo en Roma y Pompeya se realza en el marco cultural de entonces, por la resistencia al uso meramente pragmático de un material.

Peguemos un salto de más de milenio y medio…

Si hace dos mil años, era insensato hacerlo, ¿qué pasó en los siglos de despliegue industrial y colonial (vienen juntos) con el Reino Unido y Europa Occidental a la cabeza?  A comienzos del s. XIX, Glasgow, en Escocia, comienza el tendido de redes de agua potable para toda la ciudad; la primera ciudad europea moderna que despliega esa ingeniería… y lo hace con plomo.

La advertencia sanitaria de los romanos dos mil años antes se había esfumado en el galope tendido de la civilización occidental, europea, moderna. Y cuando hace menos de cien años las redes de cañerías de plomo extienden masivamente su uso al agua también caliente, cuando todos los hogares de alta sociedad y cada vez más los de las capas medias, pasan a disponer como algo normal de “agua corriente y caliente” en las viviendas, Vitruvio parecía definitivamente olvidado.

Pero no había pasado ni otro siglo, con el agua caliente “perfectamente instalada”, que la realidad empezó a descargarse sobre la sociedad, sus habitantes. El agua caliente “se come” el plomo, y es fácil imaginar quién  “come” realmente el plomo de cañerías perdiendo grosor. Pensemos que esa agua, “en casa” se usa como ingrediente alimentario. La insensatez había tomado dimensiones demenciales. Nunca se sabrá, y los sistemas médicos se cuidan mucho de investigarlo, si una serie de dolencias, como atrasos madurativos, dolores de cabeza, déficit intelectuales, calambres, atrofias musculares, no son sino manifestaciones de la temida plombemia. Que Vitruvio evitó a propietarios romanos.

Esto es lo que ha pasado en las ciudades occidentales a lo largo del siglo XX.

Como para mostrarnos que no aprendemos nada, en ese mismo momento histórico, de crisis de los caños de plomo y sustitución por otros materiales,[3] muy específicos conglomerados empresariales, administradores del agua, como Coca-Cola, optan por persuadir a la gente que la solución más cómoda es tener siempre agua consigo y para ello… botellitas de plástico. Muy marcadas excepciones hubo, como Roma y su gobierno municipal, que se empeñó en evitar botellitas de plástico ofreciendo en todas sus plazas bebederos públicos en buen estado. Estábamos alrededor del 2000.  Veinte años después, con la paranoia por el Covid, sólo quedaría la botellita “para sí”.

Cómo ingresa en nuestras vidas el “tren” de la modernización tecnocrática

Jonathan  Cook[4] nos da una explicación que nos parece muy digna para tener en cuenta: que el sistema de construcción tecnocrático se ha convertido en religión, con la sacralización consiguiente.

Eso es lo que nos pasó: fuimos entrando en una nueva religión, casi sin darnos cuenta por más que se lo haya dicho tantas veces; una religión del progreso, con sus sacerdocios mayores; la ciencia y la tecnología.

El mundo empresario, apurando ganancias, estimulado por una escala siempre creciente, pivoteando sobre el colonialismo, el despojo de tierras y materias primas y el más abyecto racismo, hizo prevalecer la ganancia sobre la calidad alimentaria y el poder sobre la naturaleza. Los alimentos fueron cambiando, con empleo de  mejoradores, colorantes, floculantes, conservantes,  emulsionantes, espesantes… fosfato monosódico, polisorbatos, grasas hidrogenadas, jarabe de maíz transgénico de alta fructosa, y mil aditivos más de los que apenas se conoce una propiedad (refrigerante o antioxidante, por ejemplo) y se desconocen todas sus otras potencialidades (benignas o tóxicas) dando sin más rienda suelta a  una producción cada vez más contaminante.

Ante semejante invasión literal de modernidad galopante, la división entre conservadores y progresistas se redujo en la mayor parte de los casos, a que los primeros querían la apropiación privada y los últimos, la estatal. Pero todos, casi todos, aceptando alegremente (o al menos sin chistar), en este caso, la contaminación alimentaria.

Para asegurarse, el mundo empresario, cada vez más transnacionalizado, se valió de la designación de oficinas –provinciales, nacionales, regionales, internacionales– de control, supervisión o evaluación, públicas; “para todos”. Una esfera estatal que se hizo rápidamente cómplice de los “progresos”.

Así entraron, por ejemplo, los alimentos transgénicos a nuestras mesas. Por resolución ministerial, pero por decisión de grandes consorcios transnacionales.

Luddismo

Algunos académicos se han preguntado  si los conflictos sudamericanos no están teñidos de luddismo.[5] Por la oposición a la tecnología nuclear, a los transgénicos, a los gasoductos, a la minería a cielo abierto…

Nada más equivocado. No ha habido ni rastros de luddismo; en todo caso, luddismo es lo que nos ha faltado atemorizados por una izquierda tecnocrática que ha tipificado a los ludditas como meros rompedores de máquinas,  de puro retardatarios. Porque esa izquierda, progresista, jamás quiso salirse de la “senda del progreso”, empeñados en ver un único y necesario devenir histórico. Han apostado al agua corriente en plomo antes que a la sabiduría y sensatez de milenios atrás, con el progreso perdidas.

Y todos esos conflictos señalados por académicos provienen del daño, el malestar y el rechazo que provoca el despojo que ejercen los núcleos poderosos sobre  las sociedades periféricas (a las centrales, hasta ahora al menos, se las distraía con otros recursos). Se sabe que esas mismas “realizaciones técnicas” se desarrollan en países “industrializados” con menos abuso que el que las mismas empresas se arrogan en tierras periféricas.

Como explica Dorothy Nelkin,[6] los titulares de esos megaproyectos “trabajan en términos de un cálculo de eficiencia que sólo incorpora costos” que estos titulares evalúan, y dejan de lado “otros” costos que en todo caso afecten a poblaciones civiles y a sus entornos sociales, ambientales, sanitarios.

En buen romance, que a las empresas las tiene sin cuidado que sus proyectos productivos enfermen a criaturas ajenas a la empresa, contaminen agua ajena a la de sus circuitos, perjudiquen el hábitat donde se asientan exclusivamente para extraer una producción.

Todo este cuadro de situación nos impele a preguntarnos porqué, pese a una crisis cada vez mayor; sanitaria, alimentaria, psíquica, ambiental, a la conciencia social creciente de que los políticos no son sino “firmaplanos” que otros dibujan, el pensamiento y la acción, críticas, vuelan tan bajo, sin atreverse a “sacar los pies del plato”.

Están, “estamos” los objetores de este curso, carentes de “masa crítica”. Y están “los optimistas de siempre” que tratan de persuadirnos que estamos en el mejor de los mundos, en todo caso peor que el que vendrá mañana.

Eppur si muove; hay muchas señales sobre una crisis terráquea…

La contaminación avanza, está generalizada y fuera de todo control.

La idea de pocos años atrás de lanzar al mar océano enormes barcos “tragaplásticos” para retirar las toneladas de tales arrojados a los mares del planeta ha caído en la más penosa obsolescencia desde que se sabe, hace ya muchos años, que los plásticos sufren una erosión marítima permanente que no los biodegrada pero sí los desmenuza, convirtiendo los trozos plásticos en unidades cada vez más pequeñas, hasta alcanzar dimensiones microscópicas. Así, sin biodegradarse, esas partículas reciben la adherencia de seres vivos microscópicos, de los que se sabe que algunos al menos generan un fuerte atractivo hacia peces. Que engullen tales micropartículas con sus colonias como manjares.

Nos falta saber qué funciones podrán cumplir tales micropartículas en los cuerpos anfitriones. De peces, mamíferos, humanos incluidos. Sabemos sí, que algunas de dichas partículas son cancerígenas.

Pero antes de incursionar en la problemática sanitaria y los posibles efectos adversos de semejante metástasis, sobreviene una pregunta previa: ¿cómo pudo concebirse y aprobarse la “construcción” de sustancias no biodegradables? Porque no es un descubrimiento, es una invención ante la cual ni el idioma tiene una palabra para describirlas: no biodegradables. ¿Cómo no darse cuenta que construyendo tal tipo de sustancia corrompíamos la naturaleza, generábamos una dificultad irresoluble? ¿Qué imaginaban ser los científicos, técnicos, gerentes de los grandes laboratorios inventándolo? ¿Dioses? Se podría replicar: ¿Quién no conoce una formidable aplicación del material plástico? Claro que las hay, y muchas. Pero su peculiar “naturaleza”, que no es tal, nos debería haber advertido y ser cautos. Pero, otra vez, como jugando a ser dioses, si algo hemos expandido fuera de control en todo el planeta ha sido, precisamente, el material plástico.

De todos modos, lo de las micropartículas plásticas hoy repartidas en toda la superficie planetaria es apenas un ejemplo del sistema de construcción que una modernidad cada vez más ciega a la naturaleza nos ha generalizado.

Nuestro futuro robado

Dos  biólogos y una periodista especializada, estadounidenses, a fines del siglo XX redactaron un informe sobrecogedor: Our Stolen Future [7] (con que titulamos nuestro subcapítulo). En que demuestran, a través de un enorme despliegue de trabajo de campo, una crisis de la sexualidad, animal y humana en progresivo avance, sin ninguna duda asociada a la contaminación. En el caso de varones (las mediciones están hechas solo con estadounidenses, pero las causas traspasan claramente fronteras, aunque puedan tener diversa intensidad en distintas latitudes y regiones), las mediciones revelan que década a década durante la segunda mitad del s XX, la capacidad espermática ha disminuido. Sin excepciones, sin curva alguna “hacia arriba”. Entre animales, las investigaciones también resultaron desasosegantes; desde cocodrilos con penes tan pequeños que no podían acceder, propiamente copular con la hembra; a gaviotas hembras que cumplían funciones proveedoras (que suelen hacer los machos, aquí faltantes) a hembras que cloquean; hasta peces que naturalmente son sexuados, machos y hembras, pero que se presentaban bisexuados…

Nos parece que la investigación de los nombrados biólogos nos da otra faceta de la problemática, que entendemos crítica del “estado de las cosas”.

Y uno de los fenómenos que cada vez vemos más claramente: cada avance tecnológico trae consigo un debilitamiento de nuestras raíces, tanto las sociales como las biológicas.  Y ese proceso parece únicamente acentuarse, avanzando. y multiplicándose ocupando cada vez más áreas de nuestras vidas y el planeta.

El arqueólogo e historiador chileno, Miguel Fuentes lo dice nítidamente. Refiriéndose a un motivo de preocupación de la ecología oficial y la burocracia internacional, que es el avance, al parecer imparable, de la presencia de dióxido de carbono en nuestra atmósfera (recalentamiento de la corteza terrestre entre otras manifestaciones) afirma:

“La magnitud de este problema habría rebasado ya hace mucho tiempo, […], la ‘esfera de competencia’ de los sistemas económicos y tecnológicos para desplazarse al ámbito de las relaciones geológicas y biofísicas del planeta en su conjunto, poniendo desde aquí en entredicho las propias capacidades tecnocientíficas […] de la civilización contemporánea. […] El problema que representarían los actuales niveles de dióxido de carbono en la atmósfera (cercanos ya a los 420 ppm), no vistos en millones de años en la Tierra, o bien los relacionados a los avances sin precedentes de la acidificación marina, del deshielo del Ártico o de las tasas de derretimiento del permafrost, constituirían hoy desafíos cuya solución escaparía en gran medida a cualquiera de nuestros desarrollos técnico-científicos y capacidades técnicas.” [8]

La tesis de Fuentes advierte la gravedad del camino emprendido por la humanidad, por un sector apenas, pero es el que ha resultado decisivo para imprimir el destino a nuestra especie; al haber convertido, como recuerda Cook, a la ciencia en religión y sobre todo, a su capítulo utilitario; la tecnología devenida tecnociencia, una suerte de tecnosacralización. Y lo más penoso: las más de las veces ha sido el lucro o e éxito el motor que impulsó esos desarrollos.

Con una coda al parecer inevitable: convertida en religión, la humanidad pierde capacidad crítica, se siente desautorizada para hacer cualquier crítica. Y así sí somos pasto de los consorcios transnacionales de presunta o presumida vanguardia.

Fuentes da otros datos afligentes; con todos los despliegues tecnológicos con que nos atosigan los medios de incomunicación de masas un día sí y otro también; el control  y hasta la disminución de CO2 atmosférico está muy lejos de alcanzarse: “las llamadas “plantas de absorción” de CO2, […] no han sido capaces todavía de remover ni siquiera una pequeña fracción […] de las más de 40 mil millones de ton. de CO2 emitidas cada año por la sociedad industrial.” (ibíd.) Y Fuentes nos recuerda que lo del CO2 no es un caso aislado; lo mismo pasa con la acidificación de los mares o con la chatarra espacial. Y que en general es tonto recurrir al auxilio tecnológico cuando es precisamente lo tecnológico invasivamente desplegado lo que nos ha situado en la crisis ambiental en que estamos.

Con imaginación casi poética Fuentes sostiene que enfrentamos problemas tan insolucionables como los que se le plantean a quien busque  “restaurar a su estado original una olla de arcilla o una botella de vidrio luego de que ésta haya sido rota en mil pedazos […]. ¿Restaurar una copa del más fino cristal luego de ser molida en pedazos? ¡Ni siquiera con la inversión de diez, cien mil PIB mundiales sería posible! ¡Esto es justamente lo que hemos hecho con el mundo, el más bello de los cristales planetarios de nuestro sistema solar, volado en mil pedazos por el industrialismo ecocida!” (con lo cual, de paso, se burla, y con razón, de quienes especulan acerca del porcentaje, 2%, 3%, 4% del PBI mundial, que alcanzaría para reencauzar el estado planetario (como si se tratara de solucionar los desajustes ambientales con unos pocos remiendos de circunstancias).

Nos vemos en camino a un mundo cada vez más desmejorado en condiciones vitales. Ya se estima, en nuestro presente, que la generación de nuestros hijos recibe un mundo peor que el que recibiéramos de nuestros progenitores…

Tendremos que reaccionar ante un fideísmo ante la ciencia como en su momento, hubo quienes pudieron y supieron reaccionar contra el fideísmo religioso medieval, validos de un pensamiento laico, pero crítico.

El sobreuso de nuestros medios materiales, alegremente “cubierto” con ardides tecnológicos, nos ha cegado para poder ver que estamos agotando literalmente el planeta; su aire, agua, suelo.

Que la construcción de megalópolis, por ejemplo, resulta suicida, aunque de modo mediato. Lo mismo podríamos decir de los desplazamientos de las capas con alto poder adquisitivo, quienes se sienten, y son “locales” en todo el planeta.

La civilización rampante que “perfeccionó” nuestra ruina cada vez más a la vista fue, a mi modo de ver una variante de lo que llamamos Occidente, para muchos, la culminación o vanguardia civilizatoria mundial. Su expresión más acabada. Una sociedad que extremó tales rasgos hasta hacerlos patéticos, carentes de todo equilibrio, de toda complejidad; de ying y yang, dirían los orientales: la cultura dominante de EE.UU., el american way of life.

Con este “sistema” o “estilo de vida”  los humanos perdimos sabiduría ganando eficacia. Perdimos la noción de escasez, intoxicados culturalmente (y sobre todo, mediáticamente) por una abundancia apabullante.

Pero esta derrota cultural no proviene de este último capítulo; ya estaba incubada en el pensamiento de la modernidad burguesa, occidental.

Una eficacia altanera, autosuficiente. Indiferente, insensible, por ejemplo a la contaminación. Cegados, como dirían antiguos dioses si existieran, hasta que resulta demasiado tarde. Porque, como dice Fuentes, no podemos ahora recuperar “el paraíso viviente”, perdido.

Apenas ver si podremos salvar “partes del naufragio” planetario.

Es con este desarrollo arrasador del industrialismo, la colonización generalizada, el racismo acaparador, nuevas invasiones (semánticamente salvaguardadas como “avances de la frontera del progreso”), exterminando flora y fauna sin pausa y sometiendo con diversas modalidades, esos otros humanos tan a menudo considerados subhumanos (aunque la fraseología democrática ha ido corriendo las exclusiones hasta hacerlas desaparecer literalmente, al menos si no de la realidad, de la cosmovisión ideológica oficial).

Y seguimos, cada vez más de prisa, construyendo una tecnosfera que imaginábamos salvadora y paradisíaca, aunque cada mañana percibimos, oscuramente, que es la nave mayor, la nave insignia, la que está averiada…

Por eso dijimos inicialmente que lo que nos faltó fueron ludditas y, que en lugar de ello, arropados en ideologías progresistas o literalmente egoístas, amparadas en la modernidad,  nos fuimos entregando o fuimos entregados, siempre deslumbrados ante “los cada vez más impresionantes desarrollos tecnocientíficos”.

Vayan unas grajeas ilustrativas de ese pensamiento dominante:

· Ante la ya indubitable crisis de las abejas, alterada su orientación, no sabemos si por la creciente carga electromagnética atmosférica, por la presencia cada vez más pesante de agrotóxicos o por la invasión de “soluciones” biocidas, Monsanto se puso “a disposición”, invitándonos a usar drones que ellos confeccionarían para hacer “el trabajo” que las especies amenazadas o exterminadas iban a dejar de hacer, creyendo o haciéndonos creer que drones podrían cubrir la formidable y menudísima tarea que llevan a cabo los insectos libadores.

No  tuvieron, no expresaron, claro, el más mínimo pensamiento hacia los costos. Si el costo de esa neopolinización imposible llegara a salir mil veces mayor que la clásica, “natural”, Monsanto podría frotarse las manos a la vista de esos miles de millones…

· Oceanógrafos comprobaron el derretimiento del casquete polar ártico y  que dicho casquete es cada vez menos grueso. Algunas compañías navieras de transporte de combustibles festejaron ese adelgazamiento porque calcularon que bajaban sus fletes… La interdependencia, bien gracias.

· Trabajos de megaminería en  algunas laderas andinas afectaron glaciares. Caballerosamente, algunas compañías mineras se ofrecieron a cambiarlos de sitio… ¿Cómo se imaginan que se forman los glaciares? ¿Qué alguien dibuja en alguna oficina de diseño el sitio y luego se lleva allí un poco de hielo?

Cualquiera de esos tres ejemplos nos muestra que la relación del mundo empresario con la naturaleza es ya, no pobre, esquemática, sino de una ignorancia insondable… La podríamos llamar fideísmo hacia la ciencia (en rigor, hacia la tecnología, que es lo que el capital y sus titulares tienen interés supremo en dominar).

Pero ese fideísmo (como cualquier otro) presenta un enorme peligro a nuestra especie: somos seres vivos y esa condición vital es radicalmente distinta a los rasgos de los objetos, que carecen de vida.

Hay grandes investigaciones que están superando esa dicotomía. Con buenas razones, porque se trata de una muy esquiva frontera. El panteísmo nos ha mostrado cómo todo, de algún modo, vive.

Pero aun así, lo orgánico tiene cualidades que no tiene lo inorgánico.

Y la modernización en sus últimos tramos, la cibernética derramándose sobre todas o casi todas nuestras actividades; el celular como un alter ego; la saturación como un proceso invertido al del viejo mundo de la escasez, nos está haciendo relacionar a los humanos con objetos, como nunca antes. Sin la mediación con otro, cada vez más directamente mediante “diálogo” con la aparatología cibernética. Alcanzando objetivos ya no “a dos voces”, como tradicionalmente, sino “a una sola voz”. Moverse en un mundo de inteligencia artificial, de objetos. Claro que todo “mucho mejor y más rápido”. ¿Significa algo la pérdida del diálogo, voces entre humanos? Tengo para mí que, toda esta invasión cada vez mayor de dots, trolls, spots, algoritmos-e, ocupando la mayor parte del nuestro tiempo humano debilita el diálogo entre humanos, y que, consiguientemente al llevar adelante objetivos “a una sola voz”, vamos, nosotros también, resultando objetos (esto pasa y desde “siempre” con “los nadies”, los desheredados “de siempre”). Como vemos, la condición de objeto no es novedad para buena parte del género humano; la pregunta es qué significa su generalización.

Un dato reciente: hasta hace muy pocos años, el teléfono era el nexo entre el particular y la empresa. El mundo empresario computarizó ese nexo, obteniendo una serie de ventajas materiales; de tiempo, precisión. Y de ahorro, de personal. Pero en tales cálculos no entra el tiempo social perdido por “los particulares” abriéndose paso, o no en los sitios-e. Aunque es mucho mayor que el ahorro empresarial, ese tiempo, desperdiciado, carece de valor para el mundo empresario. El tempo de Los nadies.

Todo el seguidismo que atribuíamos en otras civilizaciones a los dioses, en la laica civilización moderna lo atribuimos a la ciencia (y su hija dilecta, la tecnología). Pero aquella ceguera, que “veíamos” en culturas destrozadas por la civilización occidental se reprodujo entre nosotros, sólo alegando otras falsas certezas y nuevas fidelidades.

Ya lo anunció hace medio siglo el psicólogo Stanley Milgram con su pícara experimentación sobre dolor: la gente acepta casi cualquier monstruosidad si le dicen que es “por la ciencia”. Así fue como “enfrentamos” la pandemia decretada por la OMS.

Si no nos sacudimos de este nuevo fideísmo tan generalizado, estamos aen camino de perder no ya una elección, no las comodidades cibernéticas que tanto nos han complacido, sino  el mundo, tal cual lo conocemos. □

notas:

[1] Los aportes de Vitruvio fueron muy considerados hasta la modernidad, aunque al parecer por allí caducan; su hombre cósmico fue todavía retomado por Leonardo de Vinci, convirtiéndolo en pintura inolvidable con sus brazos y piernas duplicados y extendidos y armando con ellos un círculo y un cuadrado perfectos.

[2] Aunque agotada, hubo una ficha de mi autoría en la Facultad de Filosofía y Letras, (UBA); ¿Ecología en la política o para otra política?, ¿crisis ambiental o crisis civilizatoria?, 2014.

[3] Hubo un material muy usado que validó la máxima “La enmienda resultó peor que el soneto: el PVC.

[4] “En nuestro apuro por conquistar la naturaleza y la muerte, hemos creado una nueva religión de la  ciencia“. https://ecotropia.noblogs.org/2022/05/6290. 19 abril 2021.

[5] Se asocia al luddismo con un sabotaje mediante “violencia a las cosas”; rompían telares industriales. Sin entrar a analizar todos sus rasgos, entiendo decisivo uno: su lucha encarnizada contra el aumento de la escala de producción. En cierto sentido, fueron muy perceptivos. Y los titulares de los poderes mayores y centrales, también, puesto que encararon su exterminio. Legalmente: todos ellos fueron condenados a la horca.

[6] Cit. p. Ana M. Vara, ”¿Una ola del ludismo en América Latina?”, UNSAM, 28 ago 2009.

[7] Theo Colborn, John Peterson Myers y Dianne Dumanoski.

[8] Miguel Fuentes, https://latamerica-journal.ru/s0044748x0018353-7-1.

Publicado en Ciencia, Cultura dominante, Globocolonización, Nuestro planeta, Poder mundializado, Sociedad e ideología

Catástrofe alimentaria: ¿indeseada o ansiada?

Publicada el 07/06/2022 - 07/06/2022 por raas

Se anuncia, un día sí y otro también, que se avecina una crisis alimentaria sin precedentes. Lo hacen analistas explicitando las dificultades para el transporte de producción, ocasionadas por los bloqueos marítimos de la guerra en y alrededor de Ucrania, y lo hacen incluso comunicadores que ni siquiera se toman el trabajo de presentar porqués, verdaderos o falsos. Estos últimos se limitan a la agorería; viene el lobo… que cada uno se parapete…

Por Luis E. Sabini Fernández
25-05-2022

Cuando uno trata de rastrear orígenes de este anuncio o preanuncio, surge claro que Putin deviene principal responsable. Porque la movida militar por él desencadenada ha ido desenvolviendo sus pasos, poniendo en peligro los transportes de alimentos, bloqueando rutas y mares:

“Vladimir Putin destruirá las vidas de muchas más personas que las que mueran en el campo de batalla, y a una escala que el mismo presidente ruso terminará lamentando.” 1 Llegados a este punto, empezamos a otear “de qué va la cosa”.

El anuncio de la hambruna universal no es sino otra forma de “echarle la culpa” de lo que pase, lo que está pasando y lo que esté pasando, a Vladimir Putin. Habiendo desencadenado semejante máquina de guerra, procurando “poner en vereda” a un estado de proporciones más que medianas, con enorme potencial económico y humano, Putin hizo una muy arriesgada movida. No es lo mismo “ordenar” Osetia del Sur, con su no más de cien mil de habitantes, incluso Chechenia, otra entidad de proporciones muy menores ante “el oso ruso” (se estima una población chechena de un millón de habitantes).

Rusia está o estaría entonces “enderezando” a la usanza tradicional al socio mayor de la Gran Rus en la vieja Federación Rusa, nada menos. Y cuando nos referimos a densidades y magnitudes, dejamos exprofeso al margen el sentido o sinsentido de los “correctivos”. Porque la ecuación tampoco es tan sencilla como para hablar de la batuta rusa procurando dirigir el concierto de “todas las Rusias”.

Es indudable que Putin sintió el embate geopolítico y directamente militar desde Ucrania, y que lo sufrió durante años. En un sangriento toma y daca, porque Rusia también aplicó tarascones al territorio ucraniano. Pero el conflicto es mucho más que uno ruso, dirimiéndose entre la Gran Rusia y la Pequeña Rusia (denominaciones tradicionales de Rusia y Ucrania)

Si algo está ya más que suficientemente probado es la actividad de los “servicios” estadounidenses e israelíes (tan imbricados entre sí) dentro de entidades “fracturables”, al decir de Samuel Huntington,2 como Ucrania.

Ya ha quedado ampliamente demostrado que Victoria Nuland, una de las capitanas de EE.UU., coautora del Project for the New American Century (set. 2000), fue la que diseñó un nuevo equipo de gobierno para una Ucrania prooccidental, para divorciarla decisivamente de Rusia (2014). Nuland, provista de miles de millones de dólares, dibujando el nuevo gobierno ucraniano, como si se tratara de designaciones de autoridades con los ediles de su barrio….). Doña Victoria no sólo distribuyó cargos y dólares (o dólares y cargos); fue decisiva en la instauración de una red de laboratorios de biología sintética en Ucrania, arma por excelencia de las nuevas guerras proyectadas –biowarfare– administrada y guiada bajo control estadounidense.

El “pasaje” de la soberanía rusa a la occidental ha sido tan alevoso y decisivo que ha generado, inevitablemente, resistencia. La que expresara Putin. Si vemos entonces el cuadro más completo, aun con los errores y horrores del modo ruso, no podemos dejar de advertir que con el colapso soviético de comienzos de la década del ’90, el mundo anglosajón recuperó la confianza en su poder mundializado que se venía asentando desde siglos atrás. Y que la URSS había puesto, siquiera apenas, en entredicho.

Con la Caída del Muro y el agotamiento soviético, el eje Londres-Tel Aviv-Pentágono volvía por sus fueros. Por eso, la OTAN, por ejemplo, no parece conformarse con nada. Actúa como un pac-man. Lo quiere “todo”.

Volviendo entonces a los insistentes anuncios de hambruna mundializada, hay que aprender a leer esos mensajes.

Lo que nos dicen los que nos hablan de lo porvenir, a veces incluso como si supieran, es que la continuación de la guerra y las acciones militares conexas, los bloqueos marítimos y las interrupciones de suministros ocasionadas por los despliegues militares, terminarán castigando poblaciones aisladas, sin provisiones, sin medios para alimentarse…

Pero esa falta de medios para alimentarse está supeditada a la guerra. La cual no sólo desencadenó Putin sino que con todo empeño y ardor la OTAN se ha dedicado a insuflar, prolongar, ensalzar. La OTAN en general, y particularmente EE.UU.

Si “estalla” la paz, quedaríamos sin guerra. Y consiguientemente, sin hambruna. Y esto sí, entendemos sería un problema para quienes apuestan al biowarfare, al dominio generalizado. En resumen, si llegamos a la hambruna prometida”, no será responsabilidad exclusiva de Putin, como nos dan a entender.

La hambruna será entonces, el fruto de los guerreristas. Y hay algo previo, ahora muy oscurecido. Y es la fragilidad del sistema alimentario mundial y en general de nuestro mundo actual, tan interrelacionado, tan interdependiente. Poblaciones que queden sin cultivos, sin granos, sin fertilizantes, sin agua, pasarán hambre, nos dicen.

Lo que no nos cuentan es el capítulo anterior, cuando esos campesinos contaban con sus medios de subsistencia que les fueron arrebatados para implantar la globalización rampante, generalizada, en que el campesinado tradicional debía desaparecer, sustituido por planteles agroindustriales mucho menores… y mucho más dependientes de los suministros de las corporaciones transnacionales (a la vez, recibiendo alimentos de mucho menor calidad alimentaria).

Y no sólo no resolviendo los problemas de la contaminación, sino agravándolos en temeraria escala geométrica. Estos eslabones de la complejidad económica no te lo cuentan.Ω

fuente: https://revistafuturos.noblogs.org

1 https://es-us.finanzas.yahoo.com/noticias/inminente-cat%C3%A1strofe-alimentaria-202932599.html, La Nación, Bs. As., 20 mayo 2022.

2 The Clash of Civilizations and the Remakingo of World Order, Simon & Shuster, 1993.

Publicado en Destrozando el sentido común, EE.UU., General, Globocolonización, Medios de incomunicación de masas, Nuestro planeta, Nuestros alimentos, Poder mundializado, PolíticaEtiquetado como biowarfare, catástrofe alimentaria, complejidad económica, EE.UU., Estados Unidos, Federación Rusa, guerreristas, hambruna, la Caída del Muro, Luis E. Sabini Fernández, menor calidad alimentaria, OTAN, Project for the New American Century, Samuel Huntington, territorio ucraniano, Vladimir Putin

Brutalización y escamoteo; dos momentos de un único comportamiento israelí

Publicada el 23/05/2022 por raas

Periodistas palestinos baleados; sin querer queriendo…

Una vez más, un periodista trabajando en zona de violencia y guerra, en el ejercicio de su tarea, es asesinado. Una periodista, asesinada. Shireen Abj Akleh, palestina, durante violencias y escaramuzas en el viejo campamento de Yenin, con historial trágico, en el norte de la Palestina ocupada.

Por Luis E. Sabini Fernández

Soldados israelíes desalojando posiciones palestinas. Palestinos, resistiendo el desalojo de siempre. Una bala se coló debajo del casco de protección que Shireen llevaba consigo junto con el muy visible letrero de estar trabajando como prensa. El sitio estaba “cubierto” por francotiradores israelíes; tropas de élite que el ejército israelí lleva consigo para aumentar la efectividad de los disparos.

Tienen su historia. Cuando los palestinos, resistiendo el desalojo permanente, iniciaron en 2018 sus “Marchas por la tierra”, pacíficas, sin armas, ni piedras siquiera, el ejército israelí se valió de tales tiradores para hacer mayor impacto.

La consigna militar entonces, fue disparar a las ingles. Y con precisión digna de mejor causa, los francotiradores lesionaron gravemente a una serie de manifestantes generalmente pacíficos, que eran derribados por los impactos y, dada la precariedad de la situación y la asistencia, se generó una enorme cantidad de muertos desangrados in situ.

Los mandos israelíes “perfeccionaron” la consigna. Demasiados muertos. Demasiado a la vista. La atrocidad también necesita ser encauzada. Los francotiradores recibieron nueva consigna. A los tobillos. Los alcanzados, quedaban baldados de por vida. Rengos, Minusválidos. Como una carga para la sociedad. Pero no muertos desangrados.

Es importante advertir que estamos visualizando heridas desgarradoras como un objetivo fríamente calculado. Para medir el daño.

En el caso de Shireen, fue alcanzada detrás de la oreja, en el minúsculo espacio libre que deja el casco que protegía todo el resto de su cabeza. Pudo ser una bala perdida. Pudo ser un balazo que con precisión dirigió cualquiera (aunque casi todos van a fallar en encontrar precisamente ese estrecho ángulo de daño…). Pero hay quienes hacen de ese pequeño ángulo de penetración su especialidad profesional para cumplir con el objetivo… los francotiradores, precisamente. Eso no los inculpa directamente pero los deja muy, muy cerca….

Por eso mismo, resulta casi sospechoso que algunos periodistas israelíes se hayan apresurado a declarar que, aunque nada habían visto, se sentían inclinados a pensar que se trataba de balas palestinas, que tal vez por error, habían golpeado a Shireen y Ali-al Samudi, la asesinada y el herido en la misma escaramuza…. (hay versiones particularmente especiosas, porque lo sugieren, sin afirmar categóricamente nada… solo dejando la duda, que se trataría de balas, tiradores, palestinos… duda que favorece, obviamente, a israelíes…)

Pero si llama la atención la celeridad con que esos periodistas israelíes han atribuido las balas a irregulares palestinos, el asunto se hace francamente inaceptable y éticamente indecente si sabemos que unas dos semanas atrás asociaciones de periodistas palestinos y no palestinos habían presentado ante la Corte Penal Internacional una fuerte denuncia contra la “costumbre” israelí de usar a periodistas palestinos como blanco, “sistemáticamente”. El reclamo provino de la Federación Internacional de Periodistas y del Sindicato de Periodistas Palestinos, y la jefa de fiscales de la CPI entonces, Fatou Bensouda, reconoció que tal denuncia tenía sentido. Que había que examinar la matanza deliberada de periodistas, la intención de daño, el uso de escudos humanos, malos tratos y tortura, y matanzas intencionales. Como se ve, la lista de acusaciones recogidas por la CPI es muy, muy pesada. Y solo un estado “con licencia para matar” puede eludir las penas correspondientes.

Expertos del Consejo de Derechos Humanos de ONU enmarcaron el asesinato de Shireen y el daño a Ali-al Samudi en un itinerario histórico sobrecogedor: en lo que va del siglo XXI, se estima en más de 40 los periodistas palestinos asesinados. Y cientos, los heridos.

Cuando se conoce el modus operandi israelí, advertimos la sordidez de su política. Sin llegar a confesión plena, hay comentarios que dejan escapar la voluntad genocida del “ejército más moral del mundo”, como alguna vez se autoproclamó el ejército israelí. Un vocero de ese origen dijo, públicamente, sin afeites, que Shireen y Ali al-Samudi fueron alcanzados “desde atrás”, “cuando iban armados con cámaras, si se me permite la expresión”.

Armados con cámaras; claro que se le permite la expresión que revela el cálculo no solo antidemocrático sino genocida de ahogar en sangre toda crítica.1

Si ya tenemos, con la declaración que acabamos de transcribir, un esbozo de aceptación de haber llevado adelante el asesinato, y tenemos además la mala conciencia de periodistas israelíes que han “derramado” la hipótesis de balas palestinas para matar a periodistas palestinos (como si se tratara de una política de suicidios colectivos escalonados) tenemos las afirmaciones que, por goteo, han ido dejando caer fuentes militares israelíes, que son todavía más elocuentes.

Georg Earle las ha resumido en nota de la prensa británica, el DailyMail:2 “Las fuerzas de Defensa [sic!] de Israel han admitido que podría haber sido uno de sus soldados quien baleara a Shireen. Y el actual ministro de Defensa de Israel Benny Gantz “concedió que el disparo fatal podría haber provenido de nuestro lado”.

Acusar a los del mismo bando agredido como agresores; alegar cuidados legales que están muy lejos de ejercer. ¿Cómo pueden atreverse a ser tan abusivos, despreciando toda idea de límite y de respeto al distinto? Únicamente porque los israelíes no aceptan a los palestinos como seres humanos de igual valía (que ellos mismos).

Ésa es la coartada moral que se permiten para no respetarlos. Una actitud de permanente minusvalía de la condición palestina. Algo que se percibe permanentemente.

Al llevar el féretro de Shireen, palestina, cristiana y ciudadana de EE.UU., por las calles jerosolimitanas, sobrevino todavía otra agresión israelí: alegando que el féretro podía tener otro destino, guardias israelíes hostigaron a quienes portaban el ataúd, golpeándolos en las piernas (¿rodillas, tobillos?), con lo cual el ataùd fue zarandeado y sostenido a duras penas por sus sufridos portadores.

Toda una rúbrica de una política de poder.

fuente: https://revistafuturos.noblogs.org

1 Cit. p. James Zogby, The Nation, 15 mayo, 2022.

2 https://www.dailymail.co.uk/news/article-10814501/White-House-condemns-disturbing-footage-Israeli-security-forces-beating-mourners-Jerusalem.html

Publicado en EE.UU., General, Globocolonización, Palestinos / israelíes, Poder, Poder mundializado, PolíticaEtiquetado como Consejo de Derechos Humanos de ONU, Franja de Gaza, matanza de palestinos, matanzas selectivas, Naciones Unidas, periodistas asesinados, poder sionista, poderío israelí

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