por Luis E. Sabini Fernández –
Con los acontecimientos desencadenados a partir del 7 de octubre de 2023, la mayor parte de demócratas, occidentalistas, defensores de “los valores universales”, cultores del progreso, los medios de incomunicación de masas, prensa, radio, tevé, han optado casi unánimemente por el silencio, la ignorancia, esquivar el bulto a tamaño asunto; “un genocidio en directo”, como dice José Francisco Fernández Bullón, algo sin precedentes.
Pero, inevitablemente se lo menciona. Con las cargas ideológicas, terminológicas adecuadas para neutralizar lo acontecido e, incluso, “dar vuelta” la terca realidad y, como consumados aikidokas, aprovechar los hechos en su favor.
En la última edición del semanario Búsqueda, 18 ene 2024, una redacción anónima atiende el tema en una de sus derivaciones: “A 100 días del atentado contra Israel, el senador Gandini exige que Uruguay liste a Hamás como grupo terrorista”.
El mencionado es miembro conspicuo de la dirección política de este país, por lo cual su propuesta o “exigencia” se la puede considerar altamente representativa de corrientes significativas de opinión y/o convicción.
Examinemos el contenido de la nota, que reiteramos es anónima lo cual seguramente permite “soltar la lengua” (o la pluma), que facilita sacar a luz opiniones, pero a la vez facilita enjuiciamientos que los firmantes hacemos únicamente bajo nuestra propia responsabilidad.
Dice la nota, en su primer párrafo, que “Hamás irrumpió en Israel y lideró una acción terrorista contra distintos objetivos en su gran mayoría civiles”. Falso. El copamiento de Hamas sobre territorios israelíes adyacentes a la Franja de Gaza (FdG), llevado a cabo con parapentes, motocicletas y una excavadora, logró alcanzar –¡oh maravillas de Allah!− algún kibutz, una fiesta rave casualmente mudada días antes a un espacio muy cercano (3 km) a la FdG. y, fundamentalmente −mediante un hábil golpe de mano estilo guerrillero− al cuartel de Israel para la FdG, con centenares de soldados o policías[1] atendiendo toda la estructura administrativa y organizativa para la región. En ese copamiento los asaltantes parecen haber tomado a buena parte del personal por sorpresa, matando a quienes apenas estaban buscando sus ropas, sus armas… Se trataba de un día feriado religioso. Los muertos estimados en el copamiento se estima en centenares (¿200, 300?). En los otros operativos llevados a cabo esa madrugada, el objetivo principal no fue matar sino “cosechar” rehenes (para poder intercambiarlos por los miles de palestinos presos, con causa judicial o sin ella).[2]
Algunos analistas (Chris Hedges, Seymour Hersh, Michel Chossudovski, Philip Giraldi y tantos otros) ponen en duda la espontaneidad del copamiento y tienden a interpretarlo como un gambito israelí, “dejándolos entrar” para poder reaccionar con empuje arrollador. Estos analistas saben de qué hablan, lo hacen desde las sociedades en que se decide; el centro planetario, y manejan fuentes que a nosotros en la periferia nos cuesta más acceder.
Volvamos al texto anónimo de Búsqueda. “Fue una masacre. Asesinaron a unas 1400 personas y otras 200 fueron secuestradas.” La primera cláusula es correcta; la segunda es falsa. Ya vimos la cruenta incursión en el cuartel. En la toma de rehenes hubo también muertos, pero aislados, por la lógica resistencia de quienes no aceptaban ser convertidos en rehenes. Se trató de episodios particulares; algunos secuestros fueron llevados a cabo incruentamente. La tercera mortandad, otra vez masiva, se produjo con la llegada de tropas motorizadas israelíes a, por ejemplo, el escenario de la fiesta rave y en su playa de estacionamiento hacia donde se habían dirigido secuestradores con sus rehenes y muchos participantes de la fiesta procurando escabullirse. Las huellas de la actuación de la seguridad israelí revela que con helicópteros artillados, se “peinó” el suelo, la playa de estacionamiento, los alrededores, arrasando la vida de todos los presentes, palestinos o israelíes. El estado en que quedaron muchos vehículos mostró la huella de los pesados helicópteros artillados israelíes. Los palestinos no tenían armas para provocar semejantes destrozos. Esa mortandad masiva también se estima en centenares, palestinos e israelíes casi indistintamente (hubo algún episodio en que israelíes lograron ser identificados como tales antes de ser barridos con munición pesada).
La conclusión preliminar: aunque no se pudo precisar los números al detalle, los tan reiterados ‘1400 asesinados por el Hamás’ no son tales. Ni son 1400 ni todos judíos. Israel no ha permitido ninguna investigación mínimamente independiente.
Pero el aspecto principal de este planteo y su gran mentira es que la incursión de Hamás sobrevino en cielo sereno. Como una declaración de guerra artera y sorpresiva. Israel ha estado castigando de manera cruel y fríamente asesina a los habitantes de la FdG, en rigor desde 2006 (y a todos los palestinos en general). En un in crescendo atroz, cercenando las posibilidades vitales de esa pequeña región, paso a paso, cerebral, implacablemente, se neutralizó el puerto, se bombardeó el aeropuerto, se inutilizó la usina potabilizadora, se sabotearon las instalaciones de depuración de agua, se castiga todo acopio de agua, se cuotifica la asistencia médica cuando no se puede atender en hospitales locales (se negocia cada salida sanitaria con una contraprestación de espionaje), se limita el ingreso de alimentos, de materiales de construcción, de todo lo necesario para la vida cotidiana. Para hacerlo todo más invivible.¡Desde hace 18 años!
Tenemos a la Roma del siglo xxi sitiando a la Numancia palestina. Porque, como en el caso romano, quienes se sentían dueños debieron soportar derrotas ante los porfiados gazatíes. Como en el caso del soldado finalmente liberado Shalit o cuando optan por evacuar sus colonias asentadas en Gaza tras la ocupación de tierras de 1967 (con su guerra sorpresa “de los seis días”), tras 38 años de ocupación con una veintena de colonias y unos 8000 intrusos. Que vivieron su rumbosa vida en medio del empobrecimiento generalizado de los natives. Gastando en lavado de autos el agua que los niños palestinos no tenían para beber (un cronista italiano, Genaro Carotenuto, registró asombrado y asqueado esos contrastes).
Ya entonces decidieron los israelíes cómo iban a tratar el territorio y su gente, que les era tan hostil. Desarmaron todas sus instalaciones y abandonaron sobre el terreno todo lo que desecharon. Rompieron todo lo que no se llevaron, como las instalaciones de cultivos por goteo, eléctricas, etcétera, que los gazatíes iban a seguir privados de tener. Y esa misma noche, vuelos rasantes supersónicos, con sus estruendos ensordecedores lograron generar varios casos de enuresis en la población infantil, y
terrores nocturnos. “El carnicero” Ariel Sharon había prometido hacerles la vida imposible. Sus técnicas dejarían el proyecto Eshkol, artero pero indirecto, a la altura de un felpudo.[3]
Sigamos con la nota de Búsqueda: “Cancillería […] condena a ‘las acciones terroristas en curso contra la población israelí y [reafirma] su rechazo absoluto al terrorismo”. ¿A qué terrorismo? Porque el estado israelí ejerce terrorismo contra la población de Gaza (y palestina en general) desde hace décadas. ¿Qué es apostar francotiradores ante manifestaciones pacíficas, sin armas ni piedras, y balear en las ingles a manifestantes? Y cuándo las muertes por desangrado alcanzaron un número “inapropiado”, mantener “el trabajo” de los francotiradores cómodamente acostados en pequeñas cimas y cambiar el blanco a tobillos (generando así lisiados de por vida). ¿No es también terrorismo? ¿Y fusilar en el acto a una adolescente desesperada corriendo por la calle blandiendo una tijera común y corriente, en lugar de neutralizarla, qué es?
¿Y dejar morir a enfermos en puestos de control (los ckeckpoints que ha sembrado Israel en las calles donde transitan palestinos)? ¿Y matar a un pescador porque, tal vez siguiendo un cardumen se pasó de los 3 km de distancia de la costa a que los israelíes tienen prohibido sobrepasar? ¿Eso no es terrorismo? ¿Y matar a toda la familia porque uno de sus miembros ha ejercido un acto violento (que puede ser, según las circunstancias, un acto terrorista o un acto violento de venganza o incluso un acto justiciero)?
Si so pretexto de “perseguir para matar a un terrorista” el EdI derriba con artillería un edificio donde se lo supone alojado, y con el derribo las fuerzas de seguridad israelíes terminan matando cuatro vecinos, uno de ellos anciano y postrado, la cónyuge del buscado y sus cinco hijos, dos primos viviendo tras pared contigua (porque la población palestina jamás recibe autorización para edificar y si una familia crece debe acomodarse en la misma superficie), ¿esos seres humanos “conexos” con el presunto criminal (sobre el que pesa persecución policial sin juez independiente mediante) no sufren terrorismo?
En resumen: para apropiarse de tierras que no les pertenecían en el reino de este mundo (lo bíblico está más allá de los derechos civiles consagrados en nuestro tiempo presente; nadie pretende tierras cedidas por Visnú, Viracocha o Júpiter), los sionistas ejercen terror. Un terror medido, con población palestina quieta; un terror sanguinario, cruel, asfixiante, con población palestina retobada.[4]
¿De qué terrorismo no quiere hablar el anónimo de Búsqueda? Hay que precisar palabras y conceptos. Y hacerse responsable por ellas.
“A más de tres meses de la invasión en territorio israelí, y en medio de una guerra declarada entre Israel y Hamás desde octubre que ha provocado la muerte de miles de palestinos, el senador […]”.
El texto induce a pensar en una guerra, como las que hemos conocido tantas veces por los medios masivos de comunicación. Pero no hay tal. No existe una guerra entre palestinos e israelíes, ni siquiera entre Hamás e Israel.
Hay un estado que procura establecer su ley como única. Y una resistencia, de palestinos, que saben que les han arrebatado la tierra, la cultura, la vida y que se aferran con uñas y dientes a todo eso que fue SU vida, su tierra. Resisten como todos los pueblos despojados.[5]
Lo que hay entonces tras la alusión del autor anónimo a la guerra es una disposición genocida de Israel.
“Uruguay tiene que plantearse con firmeza la posibilidad de reconocer a Hamás como un grupo terrorista.” En este reclamo se ve claramente la voluntad de elegir al terrorismo que resulte criticable. Porque el terrorismo sionista, que ya fue espeluznante en la década del ’40, incluso antes, mediante acciones terroristas contra los propios judíos que no acataran los mandamientos sionistas, ese terrorismo no se tiene en cuenta. Pero sí otro terrorismo que es respuesta precisamente al sionista… Repito: se elige un terrorismo, se lo premia olvidando su carácter terrorista (que a mi modo de ver, dicho con la mayor serenidad, es mucho mayor y peor que el palestino).
“El senador recordó que en uno de sus puntos fundacionales se plantea el exterminio del pueblo judío.” Y cita, para abonar tal afirmación que el anónimo atribuye a Gandini [suponemos que correctamente] un pasaje de la Carta Fundacional de Hamás: “Israel existirá y continuará existiendo, hasta que el Islam lo destruya, de la misma manera que destruyó a otros en el pasado […].”
Pero, ¿dónde está lo del exterminio del pueblo judío? El anónimo redactor de la vergonzosa nota de Búsqueda iguala ‘el extermino del pueblo judío’ y ‘la destrucción de Israel’. Son dos afirmaciones totalmente distintas, como lo corrobora la existencia de muchísimos judíos antisionistas (como Norman Finkelstein, Ilan Pappé y tantos otros), de judíos ortodoxos antisionistas como Neturei Carta, e incluso de judíos que no aceptan semejante disyuntiva (como Gilad Atzmon, Israel Shamir) para no abundar en rabinos como el inolvidable Yeshayahu Leibovitz que definía a los sionistas liderados por Ehud Olmert o Menagem Begin como “nazisionistas”.
“Hamás invadió un país, cometió crímenes de guerra […]” Otra vez la descontextualización, la ignorancia deliberada de la historia, el aislamiento de hechos para mejor condenarlos. ¿Qué son los actos israelíes, florcillas del campo?
Como corresponde con la mejor liturgia democrática y occidental, la nota nos dice que Gandini quiere unir su moción con el homenaje a las víctimas del holocausto judío durante la IIGM. Allí Gandini hará uso de la palabra. Y prevé atar los dos hechos. “Es inevitable el vínculo. El 7 de octubre fue el acto de exterminio contra el pueblo judío con más víctimas después del Holocausto”, señaló.
Por los datos recabados y aparecidos hasta el momento, el asesinato de “1400 civiles israelíes el 7 de octubre podría mutar en un copamiento tipo guerrillero que mató, sí, a centenares de militares o policías israelíes (y probablemente muchos combatientes palestinos también matados), y algunas decenas de civiles.
Pero más allá de las cifras (y su pretendida comparación con “los seis millones”) está la cuestión más grave, de los conceptos. Quién es el terrorista, como ya consignamos: la historia nos muestra algo muy distinto, por no decir opuesto, a la historia oficial. Como consigna Pascual Serrano: “los que luchan contra el terrorismo son los que asesinan a los trabajadores de la ONU, bombardean impunemente los edificios civiles y cortan los suministros de luz y agua a las ciudades [agrego que matan a periodistas que no estén a su servicio, quebrando el espinazo de todo periodismo]. En pocas palabras, en su ‘lucha contra el terrorismo’ Israel mata más niños palestinos que soldados mata el ‘terrorismo palestino’.” [6]
Lo que ha pasado es que el terrorismo fue arma decisiva del movimiento sionista para el establecimiento en Palestina. Y los palestinos terminaron contestando con violencia organizada y armada décadas más tarde.
Como no podía dejar de pasar, Jorge Gandini es citado al final centrándose en la figura del IHRA, una red forjada en Israel para impulsar la empatía con los judíos. La red cuenta con sus ramificaciones en 34 estados plenos y un puñado de estados observadores. “Gandini planteará que Uruguay pase de observador a miembro pleno. “Es el momento para hacerlo […].”
Si tanta fuera la sensibilidad ante el terrorismo como práctica política, no estaría de más reconocer que los primeros atentados con coches bomba en Palestina, fueron llevados a cabo por judíos, no por palestinos; y lo mismo pasa con los primeras cartas bombas, los primeros sabotajes a instalaciones industriales o de servicios públicos. También fueron los sionistas los primeros en atentar contra buses con pasajeros palestinos y en atacar a barcos.[7] Todas estas acciones fueron llevadas a cabo desde hace muchas décadas. Los palestinos encararon algunas acciones similares décadas después, cuando el agobio producido por el control sionista o israelí sobre la sociedad era ya aplastante.
Los palestinos fueron “pioneros” apenas en dos tipos de acción violenta: una suerte de hastío ante los arrebatos, expulsiones de la tierra, se convirtió en ocasiones en furia colectiva linchando a “los intrusos” [8] (1920, 1929), y las inmolaciones, con las cuales generalmente un palestino, con explosivos, procuraba acabar con la vida de judíos junto con su propia vida.
¡Hay que aprender a usar el concepto terrorismo!
Finalmente, apenas un apunte para romper la prédica tan occidentalista que reclama para sí la bondad, la pureza y coloca en Oriente la barbarie, la maldad y la violencia gratuita.
Nos informa Max Blummenthal, él también judío:
«Los familiares de los cautivos israelíes ya no tienen miedo de decirlo: su gobierno está matando a sus seres queridos con ataques aéreos, disparos y gases venenosos, todo para negar influencia política a Hamás: «Estamos matando a nuestro pueblo, protestan. La Directiva Aníbal está en vigor con efecto completo.» [9]
Dejamos al lector curioso que averigüe que es la Directiva Aníbal y, sobre todo, cómo y quién la aplica.
Agrego otro motivo: ¿no querrá Israel evitar un nuevo Gilad Shalit? □
[1] Me resulta muy difícil discriminar en Israel personal (y funciones) militar y policial.
[2] Indudablemente la causa de esta estrategia reside en la toma de un soldado israelí tomado prisionero durante la invasión a la FdG en 2005, en un cruento episodio con palestinos e israelíes muertos en el enfrentamiento. El prisionero, Gilad Shalit, permaneció como tal durante unos 4 o 5 años, y tras largas y penosas tratativas fue canjeado por 1027 palestinos, muchos retenidos sin causa ni condena, por “seguridad”. En su primera conferencia de prensa pública, sin llegar a defender a sus captores, reconoció sí, que no había sido torturado ni maltratado y que había comido normalmente durante todos esos años. Obviamente, fue su primera y última conferencia de prensa. Durante el primer o primeros dos años tras su captura, las fuerzas de seguridad israelíes hicieron incontables procedimientos, allanamientos, sin poder encontrar al prisionero. Significativamente, tales procedimientos arrojaron entre cien y doscientos palestinos matados, con lo cual quedó claro que la policía o el ejército israelí no sólo buscaba a Shalit sino especialmente buscaba castigar, y de un modo absoluto y definitivo, −al estilo del dios de los judíos que Netanyahu tanto invoca− a lo palestino.
[3] “El primer ministro israelí Levi Eshkol sugirió que los gazatíes se irían por sí mismos si Israel restringía radicalmente su acceso a los acuíferos, afirmando «Quizás, si no les damos suficiente agua no tendrán más opción, porque los huertos se marchitarán y morirán».” https://es.wikipedia.org/wiki/Franja_de_Gaza. Los palestinos, entonces, no son terroristas; son hombres de la tierra.
[4] Frutilla del postre: la FdG no fue poblada en épocas bíblicas por judíos sino por filisteos.
[5] Cuando el operativo de despojo es llevado adelante por una población diez o cien veces más numerosa que la local, y generalmente se lo hace con mejores medios de guerra, la resistencia es vencida; como pasó con la irrupción de españoles en el sur americano o de ingleses en el norte americano. Cuando la población invasora es aproximadamente igual a la desplazada, la resistencia aumenta, aunque la población invasora sea la que dispone de mejores medios militares. La derivación genocida así se agiganta.
[6] “¿Quién decide quién es terrorista?”, https://www.lapluma.net/2023/10/31/58856/.
[7] Véase el penoso recorrido que Mazin Qumsiyeh, cristiano, se atrevió a hacer: Compartir la tierra de Canaán, Pluto Press y Editorial Canaán, Buenos Aires, 2007.
[8] Hay constancias de que tales “explosiones” de ira no eran del todo ciegas porque hubo casos de judíos no sionistas, asentados inmemorialmente en Palestina, que fueron protegidos por árabes palestinos de las razzias que procuraban matar a los “intrusos”.
[9] Blummenthal es editor de The Gray Zone, https://www.google.com/search?client=firefox-b-e&q=max+blumenthal#ip=1.